La chica de los diminutos pies

Ahí va, la chica de pies dolidos y heridos, de tanto caminar descalza sobre las piedras del camino. Las yagas de sus pies no tienen tiempo para cicatrizar. Camina a oscuras, entre piedras y espinas. Su pálida piel llena de heridas, enturbian su bello cuerpo. Y es que ahí va, con la mirada al frente. Una mirada que antes brillaba como un lucero y ahora carece de ese brillo. Sobre un triste rozo angelical, ahora disfrazado de sonrisas. Su alma como un lienzo rasgado está. Atravesado por un arpón más que un puñal. Se viste de alegría de mala calidad. Comprada en algún bazar oriental. Ahí va, la chica que se perfuma con indiferencia ante el dolor pero en el fondo llora para sí, en la soledad de su habitación. Maquillada tantas veces con la misma mascara que a veces frente al espejo duda si es real. El espejo ya no le devuelve una sonrisa ni una mirada. Solo un rostro frío, insensible y melancólico.

Ahí va, la chica de los diminutos pies, disfrazada con sonrisas…Ahí va la chica, porque si fuera chico, no te transmitiría lo mismo, a ti, lector critico…