Clases de astronomía

Ella se acercó a él, buscando un beso como el niño que busca…Armándose de valor con todas sus fuerzas. Probando el sabor de sus labios…

 

               Cris dejó caer lentamente su cabeza sobre el hombro de Dániel, mientras este seguía hablando. Los ojos de Cristina se fijaban poco en las palabras que salían de la boca de Dániel, y se centraban en el movimiento de los labios que las articulaban. Esos labios que tanto deseaba rozar. Besar, profundamente, aunque solo fuera una única vez. Dániel calló  y la miró.

-¿Qué, estás cómoda?

-Oye, pues ahora que lo dices, jajaja, estas mullidito.

-Que jraciosilla.

-Lo sé, es uno de mis atractivos juju. Venga, sígueme contando, ¿esa estrella cuál es?-Preguntó Cris retomando aquella pequeña clase de astronomía improvisada. Habían subido a lo más alto del mirador de la ciudad, refugiados del gentío, las luces y el tráfico entre las murallas de aquella vieja fortaleza ahora solo habitada por fuentes, plantas y musgo. Se habían sentado en uno de los muros, donde Dániel se había apoyado para ver su constelación preferida, el “cinturón de Orión”. Cris le había dicho que le daba un poco de miedo estar allí, pues la luz de la luna llena en el cielo era la única que iluminaba sus pasos, acompañada por la linterna del Smartphone de ella en los lugares a los que esta no alcanzaba a iluminar, pero Dániel le había dicho que no se arrepentiría, y era verdad. Ella se había sentado en una de las cornisas de la fortaleza, al lado de Dániel, el cual miraba las estrellas como un niño intentando desentrañar los secretos del universo. Ella apenas sabía cuál era la Osa Menor así que Dániel comenzó una clase sobre estrellas cogiéndole la mano y señalando con su propio dedo las estrellas a medida que las iba perfilando en el cielo nocturno. Un manto pintado de un azul oscuro que tornaba en azabache a lo lejos.

-Esa es… ¡Castor! y la de al lado es Polux.

-Me gusta…-Cris volvió a dejar la cabeza sobre el hombro de Dániel, pero esta vez fue distinto. Notó un calambre. Un pequeño cosquilleo. No sabía la razón pero algo le había agitado por dentro. Los ojos de Dániel viajaban entre las estrellas buscando alguna en especial. Y sus labios...Sus labios estaban allí, quietos, ligeramente entre abiertos.

               Cristina se acercó lentamente, decidida, armada de valor. Atraída por una fuerza, que desconocía, hacia ellos. Dániel sonrió y se giró cara ella, al parecer había encontrado la constelación que buscaba, pero sus labios se encontraron bruscamente con los de Cris los cuales acallaron sus palabras…