Una flor en mi camino

(Extracto Micronovela)

Eran días grises. El sol estival se había dormido tras unos meses de caluroso trabajo. En aquellos días penumbrosos y fríos, acostumbraba a dar mi paseo sin sentido ni dirección. Salía a las calles vestido con mi abrigo negro y armado con mi paraguas, una espada que cortaba el aire, y hacía de escudo, protegiéndome contra la lluvia y el viento iracundo. Por las calles aromas de soledad se respiraban. Rara vez un fugaz cruce con un transeúnte apurado me sorprendía. La pereza del otoño inundaba cada rincón de la ciudad. Un día como otro cualquiera, no más gris, ni más frío, ni más penumbroso… ni menos; mis pasos me dirigieron, como ya era costumbre, sonámbulamente, por la ciudad. Esta vez, a uno de aquellos parajes tan recurrentes en las mejores historias de dramas románticos. Un parque azotado por el otoño. Alfombras de carmesí, oro y sol amortiguaban mis pasos y deleitaban mis ojos. Escenas de muerte que resultaban embriagadoras y hermosas. Muerte de árboles que perdían todo su follaje en una colorida danza macabra, a ratos acelerada por el impávido viento de otoño.

A los pies de aquellos ancestrales troncos, nacían guarecidos bajo su protección un  sin fin de setas y hongos, antaño mundo de hadas y duendes. Mientras, los escasos rayos de sol que penetraban a través de las densas nubes, iluminaban aquel parque como un cuadro de Klimt...